Atravesando el Umbral: Solsticio, fin de año y Navidad

Susana Ortega

Relatos llenos de Magia.

Al indicarle que su gatito tenía que estar bajo observación, decidió no viajar. Cuando el mundo se ha planificado, incorporarte a sus planes es difícil; le tocaría pasar las fiestas sola y un pensamiento intrusivo se presentó en su cabeza - Te sentirás triste y sola.- le repetía una y otra vez su cabecita. La soledad no era uno de sus miedos, sin embargo, le invadió la posibilidad de sentir una incomodidad. Sobre pensó tanto que llegó a la conclusión de que el motivo por el que viajaba en estas fechas era para escapar de estos posibles sentimientos que podía tener.

Según pasa diciembre me embarga la sensación de que todo es posible, aderezado por el olor a naranja y canela que flota en mi hogar. Me dejo llevar por esta sensación, me invito a relajarme del trabajo, mirar a mi interior, dejándome invadir por la emotividad y calidez de estos días.  

Estas fiestas no le gustan a todo el mundo. Algunos invadidos por la añoranza se sienten tristes, otros las viven como algo que hay que pasar, un acto social más y muchos han comprado el emblema de esta sociedad de gastar y gastar. Cada año, Santa Claus está más gordito, con más colesterol y al borde del coma diabético.

Caminante no hay camino, se hace camino al andar.
— Antonio Machado

Llegó la mágica noche, apagó todas las luces de su hogar y, en la oscuridad, verbalizó todos los sentimientos que la oscuridad de proporcionaba. Los miedos emergieron: miedo a enfermar, miedo a envejecer, miedo a la soledad, miedo a no saber que hacer. Uno a uno los y según los fue nombrando se fueron liberando; era como si los barrotes de la prisión en que la encerraban fueran desapareciendo según tenía conciencia de estos. Su cuerpo se relajó, el alivio sustituía al miedo. Al sentirse liberada, tomó una caja de cerillas en sus manos y encendió una gran vela roja. La luz iluminó la estancia e impregnó su corazón de una extraña calidez, desde su corazón comenzaron a emerger anhelos, deseos y sueños, desde los más triviales, a los más locos:  conocer el mundo, conocerse más a ella misma, cuidarse y disfrutar de cada instante. Se permitió soñar libremente sobre todo lo que quería y tomo nota de todo lo que había soñado durante las tres noches solsticiales.

Son muchas las tradiciones (celtas, nórdicas o romanas) que dan una especial importancia a estos días solsticiales y a los que vienen detrás. En la antigua Roma en las Saturnalias los esclavos estaban liberados de sus tareas, se intercambiaban regalos y las orgías eran parte de la fiesta. Para los celtas todo rondaba alrededor del Solsticio y los tres días que venían después, para agradecer el retorno del Sol y tener conciencia de que habría cosecha por que el calor regresaba a la tierra. En el neolítico las grandes construcciones de piedra como Newgrange, Maeshowe están orientados para recibir los primeros rayos del sol del solsticio de invierno,  con el fin de que despertara a la tierra.

En todas estas tradiciones, este tiempo marca un paréntesis, una puerta donde el sol es el protagonista al que, en la actualidad, hemos perdido de vista. Sin embargo, para mi, este desfase que se produce entre el ciclo solar y el almanaque se convierte en un tiempo fuera del tiempo donde todo es posible, donde los hilos trenzados en nuestro tapiz de vida se pueden deshacer, donde quitar bloqueos que no nos permiten seguir adelante. Unos días donde es posible cambiar el destino*, liberándose del pasado. Unos días para soñar y atraer tus sueños a esta realidad.

Estoy más que segura, que las antiguas tradiciones inspiraron “las doce noches santas” de la tradición cristiana.  Y es interesante que sean doce, porque los seres humanos necesitamos Tiempo, tiempo para procesar, tiempo para interiorizar y tiempo para integrar  lo que sucede a nuestro alrededor; y con esta reflexión dar un golpe de timón en nuestro camino.

Créeme, en tu corazón brilla la estrella de tu destino.
— Friedrich Schiller

“Dieron las doce se y al atravesar el umbral, le pareció ver una figura de dos rostros; percibió como traspasaba el límite entre mundos, entre el visible y el invisible, entre lo profano y lo sagrado. El miedo había dejado paso a una emoción pura que se extendió por todo su cuerpo alcanzando todas y cada una de sus células. Fue entonces cuando tuvo la certeza de avanzar hacia sus sueños, había recibido la bendición de “El que cierra y abre las puertas”.

Felices Fiestas!!

Para nuestros antepasados al comienzo del invierno, con la siembra de invierno realizada, el trabajo del campo se había acabado y solo quedaba una cosa por hacer: Esperar y soñar.  Que suerte no tener que trabajar en los campos y, aun así, podernos tomar unos días de relajo para realizar las famosas listas de año nuevo. Y, con diferentes rituales dar la bienvenida al año nuevo, transitar el umbral para comenzar Enero, el mes que honra al dios Jano, antiguo dios romano de los finales y de los comienzos. El culto a Jano auguraba un buen porvenir al comenzar todas las actividades. Este dios romano, es un dios con dos caras, dos miradas, una hacia el pasado y otra hacia el futuro. Jano es el dios de los cambios, una deidad “en medio” de todas las cosas, en el paso del tiempo y las estaciones, en los caminos, o en cualquier actividad. Todo comenzaba gracias a él y terminaba con él.  

Y este es el sentimiento que siempre me alberga cuando comienza el solsticio, la sensación de que Jano me toma de la mano y que con las nornas del destino puedo deshacer parte del camino, reacomodar prioridades, embargada por la emoción de que llega un cambio.

Que Jano cierre las puertas que ya no quieras abrir y bendiga las nuevas.

Felices fiestas!!

Con Amor, un guiño de hada, de hada peregrina

Susana Ortega

Proxima Peregrinación

Avalon del 28 de Abril al 5 de Mayo de 2024

Anterior
Anterior

El ciclo de la Vida

Siguiente
Siguiente

Avalon, la Magia que reside en Glastonbury.