El ciclo de la Vida

Susana Ortega

Relatos llenos de Magia.

  • ¿ Cual es la Fuente u origen de lo que vemos?

  • ¿ Cómo surgió la conciencia?

  • ¿formamos parte de una realidad virtual?

  • ¿ somos nuestro producto de nuestros sueños?

Estas preguntas u otras similares han surgido en algún momento en nuestra mente, y no hemos sido los primeros en hacérnoslas. 

Hace mucho, mucho tiempo que el ser humano tomó conciencia de que todo tiene su tiempo, todo tiene su inicio y todo su final. Ciclos sinfín que vividos durante el ciclo vital se convierten parte de otro ciclo natural, el de la humanidad.

No es difícil adivinar de donde surgió la idea que todo lo que vemos debió tener un principio, un resorte con el que comenzó la EXISTENCIA, son muchas las tradiciones que relatan el principio del tiempo, respondiendo a una de las preguntas que más se hace el ser humano. Una fuerza primordial impulsó todo lo visible y lo invisible, una fuerza que no puede haberse ido a ninguna parte y que sigue pulsando, dejando fluir la vitalidad en todas las direcciones.

La fuerza primordial debió ser solo una pues el uno es el todo, contenido y continente; representa la creación.

Lo que fuera el origen se convirtió en un centro conector de todo, como fuerza invisible que une la inmanencia y la trascendencia, entretejiendo toda vida.   

Y el uno se dividió en dos, surgiendo la polaridad, los contrarios, los opuestos. El dos representa la dualidad, el equilibrio, la armonía.

El ser Humano, como hijo de la Fuente tomo conciencia esta polaridad y la nombro según su raciocinio:  vida vs muerte; luz vs oscuridad; acción y movimiento vs quietud y calma; masculino vs femenino; caliente vs frio

Y aunque de ellos emergió el espectro multicolor de nuestra existencia, su siguiente división creo el cuatro, un número asociado a la materia y la estructura, con la voluntad y la practicidad, al orden y la ley. Cuatro fuerzas comenzaron a nutrir el mundo que vivimos y cada uno de ellos se relacionó con una parte del ciclo de la vida, los cuatro elementos habían surgido.

Cuatro elementos sacó de la nada el hacedor del mundo para que fueran causa antecedente de las cosas que iba a crear y al mismo tiempo materia en armonía
— Vita Merlini – Geoffrey de Monmouth

El ciclo de la vida de los seres vivos puede dividirse en cuatro fases: los seres vivos nacen, crecen, maduran y mueren. Este ciclo es el mismo que el de el planeta Tierra, sabemos que tuvo un origen y tendrá un final, al igual que el Sol o la Galaxia donde residimos.

Si observamos, contemplamos estos mismos ciclos naturales en nuestra propia vida. EL simple hecho de vivir un día es un ciclo que contiene un amanecer, un medio día, un atardecer y la noche.

Gracias a la observación se fueron añadiendo diferentes características o propiedades a cada parte del ciclo. Características que fueron asociándose con los cuatro elementos, sin los cuales la Tierra, tal como la conocemos no existiría.

“De un modo simbólico y mitológico el filósofo griego Empédocles de Agrigento (495-430 a.C.) definió a la Tierra, el Agua, el Aire y el Fuego como los principios básicos de la constitución del universo. Elementos o raíces sometidas a dos tipos de fuerzas, atracción y repulsión, que pretendían explicar el cambio y permanencia del mundo que nos rodea.”

En la narrativa del medievo se incluyó el concepto de los cuatro elementos y su concepto se expandió por toda Europa, aunque estos conceptos ya se debatían en la antigua Grecia y de ellos provienen los cuatro humores de la medicina medieval y los cuatro elementos de la alquimia occidental y astrología.

Las cosmovisiones basadas en la naturaleza suelen tener también un vínculo con la esencia o propiedades de cada cosa o ser vivo y aunque éstas varíen según que tradición, la rueda de la vida puede ser simplificada, asociada a momentos del año concretos, al ritmo del día, y a los cuatro elementos. En el hemisferio norte se ha asociado generalmente como, el inicio de la creación con el Este y el elemento Aire. El crecimiento con el elemento Fuego y con el Sur. El Agua se asocia con el Oeste y la madurez, mientras que el elemento Tierra se asocia con la muerte, la oscuridad y con el Norte.

El proceso de cualquier actividad que realizamos se realiza bajo este patrón cíclico, el nacimiento de una idea (pensamiento- elemento aire), ponerse en camino a su realización (acción – elemento fuego), fluir en el hacer de la tarea (elemento agua) y manifestar (elemento tierra). Los signos zodiacales se vinculan también con los cuatro elementos y cada uno de ellos reflejará sus características de diferente forma. Los signos de aire muestran las características de comunicación, versatilidad e intelecto al igual que el Aire. Los signos de fuego son vibrantes, creativos y expansivos como el Fuego. Los signos de agua son emocionales, introspectivos y sensibles reflejando las características el agua y los elementos de tierra son prácticos confiables y sólidos como la tierra..

Existen multitud de correspondencias de los cuatro elementos que sirven para profundizar en estos conceptos, pero también nos indican como estas cuatro energías son muy visibles en nuestro mundo.

Créeme, en tu corazón brilla la estrella de tu destino.
— Friedrich Schiller

Y sobre cada uno de los elementos estaré escribiendo en siguientes artículos siguiendo el ritmo de la rueda del año, momentos clave que abren puertas y con los que avanzar en nuestro ciclo personal o evolución, al igual que lo hace la tierra. Y aunque hay muchas formas de explicarlas seguiré el ritmo de las antiguas fiestas celtas que marcan los solsticios y los equinoccios y sus puntos energéticos, profundizando en los cuatro elementos para “tocar” nuestro centro.

Aquí os dejo un link a un escrito sobre la rueda de la vida celta

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