Carta tras el solsticio para ti, peregrina del alma
El verano acaba de llegar, pero el sol ya ha alcanzado su máxima potencia. El día más largo del año ha transcurrido, y como te prometí, aquí tienes mi escrito. Es mi acompañamiento consciente a lo largo de este año compartido.
Es curioso cómo la sensación de “fin de curso” aparece en el horizonte. Todo el mundo parece apresurarse a cerrar asuntos para poder tomarse unas merecidas vacaciones. La vorágine del día a día se intensifica, como si tuviéramos que dar ese último apretón de estudio para ganarnos el descanso. Como si aún necesitáramos demostrarnos que lo merecemos.
Feliz Beltane, Estimada Peregrina
Aprovecho la magia de la noche de Beltane para escribirte estas letras. Quizás a principios de año hubiera sido un mejor momento para comenzar estas misivas; en realidad, cualquier instante es válido para iniciar algo. Pero ¿qué mejor noche que esta, cuando los velos entre mundos se disipan, para comenzar esta relación epistolar?
La rueda de la Vida
Hasta hace no mucho tiempo la vida de las personas dependía de la observación de lo que acontecía a su alrededor. El ritmo del ser humano seguía de manera orgánica el ritmo de la Tierra.
La rueda del año es seguir el ciclo de las estaciones, viviendo en sintonía con el ciclo de la naturaleza.
Sintonizarse, hoy en día, con el ritmo de la naturaleza ayuda a regular el reloj biológico. Se regulan ritmos circadianos (a lo largo del día) y, sobre todo, ciclos físicos, emocionales y mentales a lo largo del año y de la vida.